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La aniquilación de una comunidad a través de sus mujeres

Editorial / Opinion Piece / Blog Post

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February 21, 2015

La aniquilación de una comunidad a través de sus mujeres

Por Raquel Nogueira 

Las minorías étnicas y religiosas llevan años, décadas, lustros, incluso siglos, sufriendo discriminación y violaciones de derechos humanos en Irak. Desde el Imperio Otomano hasta la escalada de violencia del Estado Islámico (EI), pasando por el gobierno de Saddam, tanto el Estado como grupos armados han humillado y minado a las minorías, en muchos casos hasta hacerles desaparecer -como es el caso de los Judíos iraquíes, ya desaparecidos. A pesar de esto, pocos son los iraquíes que recuerden situaciones tan límites como a las que se están viendo sometidos los miembros de la comunidad Yazidi. Muchos son los que se atreven a hablar de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, como es el caso de Amnistía Internacional y Human Rights Watch. Tal vez algún día lleguemos a hablar de genocidio.

Pero, ¿qué es lo que está sucediendo? ¿Por qué parece que al mundo ya no le importa? ¿Hemos dejado de prestarle atención? Últimamente, Europa y Estados Unidos solo miran a sus propios ombligos: es Occidente quién está en peligro. El Estados Islámico nos amenaza y los medios de comunicación no dejan de hablar de ello. Sin embargo, parece habérsenos olvidado donde están las verdaderas víctimas, los que sufren esta violencia sin parangón a diario. Nos hemos olvidado de los iraquíes y, especial, de los yazidíes -y si nos ponemos, de las mujeres y niñas yazidíes que se ven expuestas a la violencia constante del EI. La violencia sexual es el pan de cada día en sus vidas desde que el EI tomara el control del norte de Irak -y de la zona fronteriza de Siria. Ya nadie sabe el número de secuestrados y secuestradas. 

Amnistía Internacional, en sus últimos informes sobre el país: “Escape From Hell: Torture and Sexual Slavery in Islamic State Captivity in Iraq” y “Iraq: Ethnic cleansing on a historic scale”,  denuncia los asesinatos y secuestros de miles de personas pertenecientes a comunidades no-árabes y no-Sunníes. Todo el que se opone al EI es aniquilado, todo el que no se convierte al Islam, también. Tanto Amnistía Internacional como Human Rights Watch denuncia los abusos a los que son sometidos las mujeres, niñas y niños que caen en las manos del Estado Islámico. Familias enteras son sometidas a abusos de todo tipo: violaciones en grupo, matrimonios forzados, compra-venta de personas, entierros en fosas comunes mientras aún están vivas… podríamos seguir así durante horas. Las yazidíes se están viendo sometidas a un horror indescriptible y el mundo parece ni inmutarse. 

El uso de la violación como arma de guerra y las violaciones masivas son consideradas crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Pocas son las que consiguen escapar al cautiverio pero, las que lo han hecho, han contado sus experiencias a Amnistía Internacional. Sus relatos son escalofriantes y no es para menos. Muchas son las jóvenes que, antes de ser entregadas como esposas o esclavas sexuales, deciden poner fin a su vida. Además, el EI no oculta lo horrendo de sus actos, sino todo lo contrario: publicitan los horrores a los que someten a toda aquella persona que capturan. No hay nada más poderoso que crear un clima de terror para convertirse en imparables. 

Foto: Caroline Gluck/EU/ECHO

Por Raquel Nogueira 

Las minorías étnicas y religiosas llevan años, décadas, lustros, incluso siglos, sufriendo discriminación y violaciones de derechos humanos en Irak. Desde el Imperio Otomano hasta la escalada de violencia del Estado Islámico (EI), pasando por el gobierno de Saddam, tanto el Estado como grupos armados han humillado y minado a las minorías, en muchos casos hasta hacerles desaparecer -como es el caso de los Judíos iraquíes, ya desaparecidos. A pesar de esto, pocos son los iraquíes que recuerden situaciones tan límites como a las que se están viendo sometidos los miembros de la comunidad Yazidi. Muchos son los que se atreven a hablar de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, como es el caso de Amnistía Internacional y Human Rights Watch. Tal vez algún día lleguemos a hablar de genocidio.

Pero, ¿qué es lo que está sucediendo? ¿Por qué parece que al mundo ya no le importa? ¿Hemos dejado de prestarle atención? Últimamente, Europa y Estados Unidos solo miran a sus propios ombligos: es Occidente quién está en peligro. El Estados Islámico nos amenaza y los medios de comunicación no dejan de hablar de ello. Sin embargo, parece habérsenos olvidado donde están las verdaderas víctimas, los que sufren esta violencia sin parangón a diario. Nos hemos olvidado de los iraquíes y, especial, de los yazidíes -y si nos ponemos, de las mujeres y niñas yazidíes que se ven expuestas a la violencia constante del EI. La violencia sexual es el pan de cada día en sus vidas desde que el EI tomara el control del norte de Irak -y de la zona fronteriza de Siria. Ya nadie sabe el número de secuestrados y secuestradas. 

Amnistía Internacional, en sus últimos informes sobre el país: “Escape From Hell: Torture and Sexual Slavery in Islamic State Captivity in Iraq” y “Iraq: Ethnic cleansing on a historic scale”,  denuncia los asesinatos y secuestros de miles de personas pertenecientes a comunidades no-árabes y no-Sunníes. Todo el que se opone al EI es aniquilado, todo el que no se convierte al Islam, también. Tanto Amnistía Internacional como Human Rights Watch denuncia los abusos a los que son sometidos las mujeres, niñas y niños que caen en las manos del Estado Islámico. Familias enteras son sometidas a abusos de todo tipo: violaciones en grupo, matrimonios forzados, compra-venta de personas, entierros en fosas comunes mientras aún están vivas… podríamos seguir así durante horas. Las yazidíes se están viendo sometidas a un horror indescriptible y el mundo parece ni inmutarse. 

El uso de la violación como arma de guerra y las violaciones masivas son consideradas crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Pocas son las que consiguen escapar al cautiverio pero, las que lo han hecho, han contado sus experiencias a Amnistía Internacional. Sus relatos son escalofriantes y no es para menos. Muchas son las jóvenes que, antes de ser entregadas como esposas o esclavas sexuales, deciden poner fin a su vida. Además, el EI no oculta lo horrendo de sus actos, sino todo lo contrario: publicitan los horrores a los que someten a toda aquella persona que capturan. No hay nada más poderoso que crear un clima de terror para convertirse en imparables.