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Uruguay: Gen(d)erando los presupuestos públicos: una cuestión de ciudadanía

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Uruguay: Gen(d)erando los presupuestos públicos: una cuestión de ciudadanía

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Este artículo se propone retratar un entretejido de experiencias vinculadas con presupuestos de género que tiene como protagonistas a grupos de mujeres organizadas de los barrios de Montevideo, Uruguay.
Participantes recientes de talleres de capacitación en el uso de internet, estas mujeres de diversos perfiles socioeconómicos incorporan el espacio virtual a su ejercicio ciudadano de discusión del Presupuesto Municipal Participativo. Su interacción es resultado de políticas de compromiso con la comunidad, del entusiasmo por incorporar las herramientas informáticas para empoderarse, así como de esfuerzos institucionales de coordinación entre actoras municipales, organizaciones sociales, feministas y organismos de cooperación internacional que, también presupuesto de por medio, habilitan la experiencia.Presupuesto bottom-up“La tarea es grande pero las mujeres ya estamos acostumbradas a los problemas y a las dificultades”. Así se expresaba Maria Lu, participante del foro virtual “El Presupuesto Participativo desde una Perspectiva de Género” convocado por la Secretaría de la Mujer de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) [1]. El foro se realizó en diciembre de 2007 con el objetivo de intercambiar información y experiencias, debatir y analizar el proceso del Presupuesto Participativo (PP) de la ciudad, especialmente entre las mujeres organizadas de los diferentes barrios [2].El Presupuesto Participativo es una instancia anual en la que la IMM invita a los y las vecinas a elaborar y/o votar propuestas para la zona (sobre actividades socioculturales, mejoramiento de infraestructura y servicios, etcétera), asignando recursos para concretar las que resulten elegidas por cada comunidad. Se trata de una práctica iniciada en Brasil a fines de la década del 80 para “abrir la gestión municipal y la toma de decisiones a la participación ciudadana” [3] y que luego se extendió a otros países.En Montevideo se votó por primera vez en 2006, aunque como concepto se viene desarrollando a partir de los esfuerzos de descentralizacion iniciados en 1990, año en el que el área geográfica se subdividió en 18 zonas con su propio centro administrativo: los Centros Comunales Zonales (CCZ). Luego de la creación de la Comisión de la Mujer en 1991, los CCZ comenzaron a albergar “espacios locales de encuentro y participación entre mujeres y de servicios dirigidos a mujeres de sectores populares” [4] (con asesoramiento en salud, violencia doméstica, jurídica, etcétera) llamados ComunaMujer.En las elecciones del 2007, el PP creció en cantidad de proyectos presentados así como en la participación vecinal, consolidándose como un espacio legítimo de propuesta y acción ciudadanas. En este escenario, se destacó la participación de votantes mujeres (57%) en comparación con los varones (43%) [5]. Sin embargo, la supremacía cuantitativa de las votantes no se reflejó en los resultados de las propuestas ganadoras y este fue uno de los temas de debate en el foro virtual. Como expresó Maria Aurora: “me preocupa que las propias mujeres no voten los proyectos con mirada de mujer, como puede ser la mejora de una guardería, la ampliación de la policlínica o la compra de una casa para mejorar el servicio de una Comuna [Mujer]”.Una mirada feminista podria llamar la atención sobre la inconveniencia de (auto)identificarse como mujeres con proyectos vinculados a la provisión de servicios de cuidado y atención (guarderías, policlínicas), reproduciendo la división patriarcal del trabajo. Si bien refleja una realidad en la que la mayoría de beneficiarias directas son mujeres, los grupos de mujeres organizados en los barrios participan activamente no sólo como usuarias sino también como promotoras, por ejemplo, de derechos sexuales y reproductivos.Lo cierto es que las mujeres organizadas en las ComunaMujer tienen el poder de participación y negociación para presentar sus propuestas e influir en la distribución de los aproximadamente 143 mil dólares anuales que cada zona recibe en el marco del PP.La ausencia de propuestas ganadoras hechas por y para mujeres fue uno de los temas recurrentes en el foro, donde las participantes comparten experiencias de las distintas zonas de la ciudad, evaluando aciertos y errores: la participante Maria Lu de la zona 6 lamentaba no haber obtenido los votos suficientes para equipar el nuevo local de la ComunaMujer; en la zona 11 las mujeres sienten que tenían una buena propuesta pero fallaron en difundirla para obtener el apoyo de vecinos y vecinas, lo que atribuyeron a su propia falta de experiencia y formación en las dinámicas del PP; otra compañera de la zona 14 contó que para obtener los votos para ampliar el local de la ComunaMujer “hubo que trabajar y caminar muchísimo”, enfatizando la estrategia de difusión puerta a puerta entre el vecindario.El sueño del local propio es moneda corriente entre las integrantes de las ComunaMujer, ya que muchas funcionan transitoriamente en espacios prestados por el CCZ, a veces en malas condiciones edilicias y/o inadecuados para proveer los servicios mínimos de atención (como asesoramiento a víctimas de violencia doméstica). A ello se suma otro sueño, incluído también como proyecto en el PP: el de la computadora propia en cada ComunaMujer.Para leer el artículo completo visite el sitio web de Genderit.org

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Este artículo se propone retratar un entretejido de experiencias vinculadas con presupuestos de género que tiene como protagonistas a grupos de mujeres organizadas de los barrios de Montevideo, Uruguay.
Participantes recientes de talleres de capacitación en el uso de internet, estas mujeres de diversos perfiles socioeconómicos incorporan el espacio virtual a su ejercicio ciudadano de discusión del Presupuesto Municipal Participativo. Su interacción es resultado de políticas de compromiso con la comunidad, del entusiasmo por incorporar las herramientas informáticas para empoderarse, así como de esfuerzos institucionales de coordinación entre actoras municipales, organizaciones sociales, feministas y organismos de cooperación internacional que, también presupuesto de por medio, habilitan la experiencia.Presupuesto bottom-up“La tarea es grande pero las mujeres ya estamos acostumbradas a los problemas y a las dificultades”. Así se expresaba Maria Lu, participante del foro virtual “El Presupuesto Participativo desde una Perspectiva de Género” convocado por la Secretaría de la Mujer de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) [1]. El foro se realizó en diciembre de 2007 con el objetivo de intercambiar información y experiencias, debatir y analizar el proceso del Presupuesto Participativo (PP) de la ciudad, especialmente entre las mujeres organizadas de los diferentes barrios [2].El Presupuesto Participativo es una instancia anual en la que la IMM invita a los y las vecinas a elaborar y/o votar propuestas para la zona (sobre actividades socioculturales, mejoramiento de infraestructura y servicios, etcétera), asignando recursos para concretar las que resulten elegidas por cada comunidad. Se trata de una práctica iniciada en Brasil a fines de la década del 80 para “abrir la gestión municipal y la toma de decisiones a la participación ciudadana” [3] y que luego se extendió a otros países.En Montevideo se votó por primera vez en 2006, aunque como concepto se viene desarrollando a partir de los esfuerzos de descentralizacion iniciados en 1990, año en el que el área geográfica se subdividió en 18 zonas con su propio centro administrativo: los Centros Comunales Zonales (CCZ). Luego de la creación de la Comisión de la Mujer en 1991, los CCZ comenzaron a albergar “espacios locales de encuentro y participación entre mujeres y de servicios dirigidos a mujeres de sectores populares” [4] (con asesoramiento en salud, violencia doméstica, jurídica, etcétera) llamados ComunaMujer.En las elecciones del 2007, el PP creció en cantidad de proyectos presentados así como en la participación vecinal, consolidándose como un espacio legítimo de propuesta y acción ciudadanas. En este escenario, se destacó la participación de votantes mujeres (57%) en comparación con los varones (43%) [5]. Sin embargo, la supremacía cuantitativa de las votantes no se reflejó en los resultados de las propuestas ganadoras y este fue uno de los temas de debate en el foro virtual. Como expresó Maria Aurora: “me preocupa que las propias mujeres no voten los proyectos con mirada de mujer, como puede ser la mejora de una guardería, la ampliación de la policlínica o la compra de una casa para mejorar el servicio de una Comuna [Mujer]”.Una mirada feminista podria llamar la atención sobre la inconveniencia de (auto)identificarse como mujeres con proyectos vinculados a la provisión de servicios de cuidado y atención (guarderías, policlínicas), reproduciendo la división patriarcal del trabajo. Si bien refleja una realidad en la que la mayoría de beneficiarias directas son mujeres, los grupos de mujeres organizados en los barrios participan activamente no sólo como usuarias sino también como promotoras, por ejemplo, de derechos sexuales y reproductivos.Lo cierto es que las mujeres organizadas en las ComunaMujer tienen el poder de participación y negociación para presentar sus propuestas e influir en la distribución de los aproximadamente 143 mil dólares anuales que cada zona recibe en el marco del PP.La ausencia de propuestas ganadoras hechas por y para mujeres fue uno de los temas recurrentes en el foro, donde las participantes comparten experiencias de las distintas zonas de la ciudad, evaluando aciertos y errores: la participante Maria Lu de la zona 6 lamentaba no haber obtenido los votos suficientes para equipar el nuevo local de la ComunaMujer; en la zona 11 las mujeres sienten que tenían una buena propuesta pero fallaron en difundirla para obtener el apoyo de vecinos y vecinas, lo que atribuyeron a su propia falta de experiencia y formación en las dinámicas del PP; otra compañera de la zona 14 contó que para obtener los votos para ampliar el local de la ComunaMujer “hubo que trabajar y caminar muchísimo”, enfatizando la estrategia de difusión puerta a puerta entre el vecindario.El sueño del local propio es moneda corriente entre las integrantes de las ComunaMujer, ya que muchas funcionan transitoriamente en espacios prestados por el CCZ, a veces en malas condiciones edilicias y/o inadecuados para proveer los servicios mínimos de atención (como asesoramiento a víctimas de violencia doméstica). A ello se suma otro sueño, incluído también como proyecto en el PP: el de la computadora propia en cada ComunaMujer.Para leer el artículo completo visite el sitio web de Genderit.org

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