Pasar al contenido principal

Disc. electrónicas

Enviado por G Young el
Back

Financiamiento para la capacitación de mujeres políticas

El tema del financiamiento de las capacitaciones de las mujeres a lo interno de los partidos políticos, pasa necesariamente por 2 otros temas paralelos:

1.- ¿Qué tan consolidados y empoderados se encuentran las secretarías o frentes o coordinadoras femeninas a lo interno de los partidos?

2.- ¿Qué reglamentos o disposiciones existen en torno a la cuota de género a lo interno de los partidos, y si se respetan las mismas tanto en las elecciones internas para puestos de decisión como en las primarias, para la confección de las listas electorales?

Cualquiera diría que una cosa no tiene que ver con la otra. Pero esa es una visión sesgada, fragmentada y desvinculada de la real práctica política de las mujeres. En la medida que una secretaría femenina no controle los fondos de capacitaciones para sus adherentes; en esa misma medida, no habrá capacitaciones para las mujeres y mucho menos, con perspectiva de género. En esa misma medida, las mujeres que se interesen por participar en las elecciones primarias de sus partidos con el fin de integrar una lista electoral, serán mujeres menos comprometidas con su propio género. Serán mujeres desvinculadas del movimiento de mujeres en general, serán mujeres con las que no se puede contar para apoyar una reforma electoral que exija la participación legal de la cuota de género. Serán mujeres capaces de hacer alianzas con los sectores más retardatarios en una Asamblea Nacional de Diputados y Diputadas, sólo con el fin de garantizar su cuota electoral clientelista. Serán mujeres capaces de ir contra otras mujeres en una elección general y de designar a sus propios esposos como suplentes de banca y de asumir que no le debe nada a otras mujeres; que todo lo que logra es gracias a su propio esfuerzo y a sus vinculaciones con el poder político. Por otro lado, se puede tener una ley de cuotas en el país, como es el caso de Panamá, pero si no se reglamenta a lo interno de los partidos, de poco o nada sirve. No se respeta sencillamente. No se cumple. ¿De qué sirve estar en las estadísticas mundiales de países que tienen una ley de cuotas, si también estamos en los últimos lugares de las estadísticas de menor cantidad de mujeres en el parlamento, en los gobiernos locales y en cualquier otro espacio, incluso, donde se designan por la vía del Ejecutivo? En Panamá, tenemos leyes para todo. Tenemos también, el record mundial de leyes que no se cumplen. Tenemos una ley electoral que ordena que de los fondos totales de financiamiento a los partidos políticos, el 30% sea destinado sólo a capacitación política de sus adherentes y a la vez, que el 10% de ese monto, sea utilizado sólo para capacitaciones de mujeres de los partidos. En un país donde se habla de millones de dólares en financiamiento a los partidos políticos, el 10% significa montos considerables. Pero, ¿quién controla los fondos? Los administradores de los partidos designados por el Presidente (hombre), quien por lo general, se hace de la vista gorda, bajo la mirada complaciente de las juntas directivas, comités ejecutivos o directorios nacionales de los partidos, para el cumplimiento de esta disposición legal. Se benefician de capacitaciones internacionales, los hombres. Se destina la mayor parte de ese 10%, a hombres. Se destina el 30% mayoritariamente, a los hombres. Las mujeres se podrán “colar” en capacitaciones generales que realice su partido (o de lo contrario, las convocan selectivamente). Se designan mayoría de hombres para representar el partido y por lo general, al frente de delegaciones de todo tipo. En el Consejo Nacional de Partidos Políticos, sólo hay una mujer designada como principal. El resto está en su mayoría, como segunda suplente. Ni la voz se les escucha. Pero a lo interno de los partidos, es necesario que se escuche la voz de las mujeres, la voz potente de las mujeres, la voz organizada de las mujeres, exigiendo administrar sus propios fondos de capacitación; exigiendo que se reglamente la ley de cuotas para todos los espacios de decisión, sobre todo, para la conformación de las listas electorales. ¿Es tan difícil que las mujeres nos pongamos de acuerdo para exigir el respeto y el ejercicio de nuestros propios derechos? A estas alturas, ya estoy bastante cansada de recibir todos los meses, un correo de la Secretaría General de mi partido político, felicitando a las cumpleañeras del mes, y no recibir una convocatoria militante de una reunión de acción partidaria de género para exigir nuestros derechos. Y tú, ¿qué opinas? Y sobre todo, ¿qué estás dispuesta a hacer?

Gloria Young

Panamá

Issues Description

El tema del financiamiento de las capacitaciones de las mujeres a lo interno de los partidos políticos, pasa necesariamente por 2 otros temas paralelos:

1.- ¿Qué tan consolidados y empoderados se encuentran las secretarías o frentes o coordinadoras femeninas a lo interno de los partidos?

2.- ¿Qué reglamentos o disposiciones existen en torno a la cuota de género a lo interno de los partidos, y si se respetan las mismas tanto en las elecciones internas para puestos de decisión como en las primarias, para la confección de las listas electorales?

Cualquiera diría que una cosa no tiene que ver con la otra. Pero esa es una visión sesgada, fragmentada y desvinculada de la real práctica política de las mujeres. En la medida que una secretaría femenina no controle los fondos de capacitaciones para sus adherentes; en esa misma medida, no habrá capacitaciones para las mujeres y mucho menos, con perspectiva de género. En esa misma medida, las mujeres que se interesen por participar en las elecciones primarias de sus partidos con el fin de integrar una lista electoral, serán mujeres menos comprometidas con su propio género. Serán mujeres desvinculadas del movimiento de mujeres en general, serán mujeres con las que no se puede contar para apoyar una reforma electoral que exija la participación legal de la cuota de género. Serán mujeres capaces de hacer alianzas con los sectores más retardatarios en una Asamblea Nacional de Diputados y Diputadas, sólo con el fin de garantizar su cuota electoral clientelista. Serán mujeres capaces de ir contra otras mujeres en una elección general y de designar a sus propios esposos como suplentes de banca y de asumir que no le debe nada a otras mujeres; que todo lo que logra es gracias a su propio esfuerzo y a sus vinculaciones con el poder político. Por otro lado, se puede tener una ley de cuotas en el país, como es el caso de Panamá, pero si no se reglamenta a lo interno de los partidos, de poco o nada sirve. No se respeta sencillamente. No se cumple. ¿De qué sirve estar en las estadísticas mundiales de países que tienen una ley de cuotas, si también estamos en los últimos lugares de las estadísticas de menor cantidad de mujeres en el parlamento, en los gobiernos locales y en cualquier otro espacio, incluso, donde se designan por la vía del Ejecutivo? En Panamá, tenemos leyes para todo. Tenemos también, el record mundial de leyes que no se cumplen. Tenemos una ley electoral que ordena que de los fondos totales de financiamiento a los partidos políticos, el 30% sea destinado sólo a capacitación política de sus adherentes y a la vez, que el 10% de ese monto, sea utilizado sólo para capacitaciones de mujeres de los partidos. En un país donde se habla de millones de dólares en financiamiento a los partidos políticos, el 10% significa montos considerables. Pero, ¿quién controla los fondos? Los administradores de los partidos designados por el Presidente (hombre), quien por lo general, se hace de la vista gorda, bajo la mirada complaciente de las juntas directivas, comités ejecutivos o directorios nacionales de los partidos, para el cumplimiento de esta disposición legal. Se benefician de capacitaciones internacionales, los hombres. Se destina la mayor parte de ese 10%, a hombres. Se destina el 30% mayoritariamente, a los hombres. Las mujeres se podrán “colar” en capacitaciones generales que realice su partido (o de lo contrario, las convocan selectivamente). Se designan mayoría de hombres para representar el partido y por lo general, al frente de delegaciones de todo tipo. En el Consejo Nacional de Partidos Políticos, sólo hay una mujer designada como principal. El resto está en su mayoría, como segunda suplente. Ni la voz se les escucha. Pero a lo interno de los partidos, es necesario que se escuche la voz de las mujeres, la voz potente de las mujeres, la voz organizada de las mujeres, exigiendo administrar sus propios fondos de capacitación; exigiendo que se reglamente la ley de cuotas para todos los espacios de decisión, sobre todo, para la conformación de las listas electorales. ¿Es tan difícil que las mujeres nos pongamos de acuerdo para exigir el respeto y el ejercicio de nuestros propios derechos? A estas alturas, ya estoy bastante cansada de recibir todos los meses, un correo de la Secretaría General de mi partido político, felicitando a las cumpleañeras del mes, y no recibir una convocatoria militante de una reunión de acción partidaria de género para exigir nuestros derechos. Y tú, ¿qué opinas? Y sobre todo, ¿qué estás dispuesta a hacer?

Gloria Young

Panamá

Issues Description