Sarah Fetter
Cuando Sarah Fetter (Washington D.C., 1987) empezó a trabajar en el Departamento de Educación de Nueva York en 2011, al principio tenía que pedir comida para reuniones, preparar dossiers, hacer fotocopias… “Mi jefe ni siquiera me dejaba participar en las conversaciones interesantes. Así que sólo me centré en investigar leyes, entender el entorno político de cada elemento a considerar por la Junta Escolar… También me centré en desarrollar una buena relación con los demás y así es cómo llegó mi ascenso”, explica Fetter.
Pero vayamos al principio de esta historia. Antes de licenciarse en Estudios Internacionales y de América Latina en la universidad de Yale, Fetter impartió clases de inglés a hijos de inmigrantes de América Latina en Nueva Jersey. En aquel momento, Fetter no podría saber cómo esa experiencia iba a marcar su futuro. Mientras completaba sus estudios, viajaba cada verano a un país castellano parlante. Así adquirió experiencia en varios campos como el marketing en Argentina, la publicidad en México o trabajando para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en España… “Vivir en el extranjero me permitió experimentar de primera mano cómo la gente viene de culturas y escenarios muy distintos. Así tomé consciencia de lo importante que es –en la vida y en la política– el buscar puntos en común que permitan llegar a acuerdos a grupos heterogéneos”, añade.
Al término de sus estudios, Fetter se encontraba buscando qué camino seguir. “Tras hacer un repaso de mi vida, me di cuenta de que enseñar inglés a esos niños fue algo realmente provechoso. Trabajar en educación había sido una experiencia muy gratificante, así que empecé a pensar en cómo podía ayudar en una escala mayor. Al escuchar las reformas que el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg y el responsable de Educación Joel Klein estaban llevando a cabo, y que estaban destinadas a instalar un sistema de control, promover la innovación y profesionalizar el rol de los profesores, me di cuenta de que ahí mi trabajo podía tener un gran impacto. ¡Después de todo, el sistema público de enseñanza de Nueva York tiene más de 1.1 millones de estudiantes y 1,700 escuelas!”.
A pesar de las dificultades iniciales vividas por ser joven y mujer, el compromiso mostrado por Fetter significó su ascenso a Directora de Operaciones de la Junta Escolar un año después. “Una vez has demostrado que eres válida, las personas se vuelven muy apreciativas”, explica. Su consejo para las mujeres jóvenes que quieran entrar en política es claro: “Si te piden que sólo hagas fotocopias o encargues comida… busca un modo de dar un paso al frente y demuestra lo que tienes por ofrecer sea cual sea la situación en la que te encuentres. No tengas miedo de alzar la voz ni de pedir ayuda. Las mujeres muchas veces sienten que tienen que hacerlo todo ellas… ¡No pasa nada por pedir ayuda! Al mismo tiempo, ofrece soluciones a los problemas que vayan surgiendo en tu trabajo. Si te tomas las cosas de este modo, surgirán nuevas oportunidades”.
La pasión es otro elemento clave en esta historia. Al ser preguntada sobre qué era lo mejor de su trabajo, no duda: “El equipo con el que trabajaba y el trabajo que realizábamos. Joel Klein, un inspirador de los de verdad, atrajo a algunas de las personas con más talento en el mundo de la educación… Todos creíamos en el trabajo que estábamos realizando. ¡Nunca ha habido un grupo de reformadores educativos más brillante sentado en una misma habitación! Cuando Klein dejó su trabajo para crear una empresa de tabletas electrónicas para colegios, Fetter siguió en su puesto de trabajo un año más hasta que se pasó a la compañía de su antiguo jefe. Y aunque ahora esté fuera de la esfera política, todavía siente que trabaja para mejorar el sistema educativo. “No somos una empresa basada en el consumo, de hecho estamos intentando ayudar a alumnos y profesores”. Finalmente, al ser preguntada sobre si le gustaría volver a la política, Fetter contesta: “¿Si pudiese volver a un lugar en el que mi trabajo tuviese un impacto real, y si estuviese rodeada de la gente adecuada… por qué no?”
Cuando Sarah Fetter (Washington D.C., 1987) empezó a trabajar en el Departamento de Educación de Nueva York en 2011, al principio tenía que pedir comida para reuniones, preparar dossiers, hacer fotocopias… “Mi jefe ni siquiera me dejaba participar en las conversaciones interesantes. Así que sólo me centré en investigar leyes, entender el entorno político de cada elemento a considerar por la Junta Escolar… También me centré en desarrollar una buena relación con los demás y así es cómo llegó mi ascenso”, explica Fetter.
Pero vayamos al principio de esta historia. Antes de licenciarse en Estudios Internacionales y de América Latina en la universidad de Yale, Fetter impartió clases de inglés a hijos de inmigrantes de América Latina en Nueva Jersey. En aquel momento, Fetter no podría saber cómo esa experiencia iba a marcar su futuro. Mientras completaba sus estudios, viajaba cada verano a un país castellano parlante. Así adquirió experiencia en varios campos como el marketing en Argentina, la publicidad en México o trabajando para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en España… “Vivir en el extranjero me permitió experimentar de primera mano cómo la gente viene de culturas y escenarios muy distintos. Así tomé consciencia de lo importante que es –en la vida y en la política– el buscar puntos en común que permitan llegar a acuerdos a grupos heterogéneos”, añade.
Al término de sus estudios, Fetter se encontraba buscando qué camino seguir. “Tras hacer un repaso de mi vida, me di cuenta de que enseñar inglés a esos niños fue algo realmente provechoso. Trabajar en educación había sido una experiencia muy gratificante, así que empecé a pensar en cómo podía ayudar en una escala mayor. Al escuchar las reformas que el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg y el responsable de Educación Joel Klein estaban llevando a cabo, y que estaban destinadas a instalar un sistema de control, promover la innovación y profesionalizar el rol de los profesores, me di cuenta de que ahí mi trabajo podía tener un gran impacto. ¡Después de todo, el sistema público de enseñanza de Nueva York tiene más de 1.1 millones de estudiantes y 1,700 escuelas!”.
A pesar de las dificultades iniciales vividas por ser joven y mujer, el compromiso mostrado por Fetter significó su ascenso a Directora de Operaciones de la Junta Escolar un año después. “Una vez has demostrado que eres válida, las personas se vuelven muy apreciativas”, explica. Su consejo para las mujeres jóvenes que quieran entrar en política es claro: “Si te piden que sólo hagas fotocopias o encargues comida… busca un modo de dar un paso al frente y demuestra lo que tienes por ofrecer sea cual sea la situación en la que te encuentres. No tengas miedo de alzar la voz ni de pedir ayuda. Las mujeres muchas veces sienten que tienen que hacerlo todo ellas… ¡No pasa nada por pedir ayuda! Al mismo tiempo, ofrece soluciones a los problemas que vayan surgiendo en tu trabajo. Si te tomas las cosas de este modo, surgirán nuevas oportunidades”.
La pasión es otro elemento clave en esta historia. Al ser preguntada sobre qué era lo mejor de su trabajo, no duda: “El equipo con el que trabajaba y el trabajo que realizábamos. Joel Klein, un inspirador de los de verdad, atrajo a algunas de las personas con más talento en el mundo de la educación… Todos creíamos en el trabajo que estábamos realizando. ¡Nunca ha habido un grupo de reformadores educativos más brillante sentado en una misma habitación! Cuando Klein dejó su trabajo para crear una empresa de tabletas electrónicas para colegios, Fetter siguió en su puesto de trabajo un año más hasta que se pasó a la compañía de su antiguo jefe. Y aunque ahora esté fuera de la esfera política, todavía siente que trabaja para mejorar el sistema educativo. “No somos una empresa basada en el consumo, de hecho estamos intentando ayudar a alumnos y profesores”. Finalmente, al ser preguntada sobre si le gustaría volver a la política, Fetter contesta: “¿Si pudiese volver a un lugar en el que mi trabajo tuviese un impacto real, y si estuviese rodeada de la gente adecuada… por qué no?”