Argentina: ¿Estamos cerca de la paridad de género tras las elecciones generales?
Source: Pagina 12
Por Gisela Riveiro Oyarzabal y Marina Salzmann,
El 11 de noviembre se cumplen 72 años desde que las mujeres pudimos acceder a votar por primera vez gracias a la Ley Evita, aprobada en 1947, 35 años después de la Ley Sáenz Peña. A partir de allí, el acceso a la participación en el ámbito político garantizó una aparente igualdad de condiciones con los varones. Décadas después, es evidente que la mayor participación política no se tradujo en una paridad en el acceso a los espacios de decisión, para lo que se requieren de otros instrumentos. ¿Por qué? El sistema político no está exento de aquello que sucede en la sociedad en general: la discriminación explícita contra las mujeres pero también los mecanismos implícitos que operan desde las construcciones culturales y asumen que las mujeres sólo pueden ejercer ciertos roles. Esto está directamente vinculado con la relación entre el mundo del trabajo y las tareas de cuidado. A su vez, los estereotipos de “varón proveedor” y “mujer cuidadora” implican que ciertas áreas se consideren masculinas, como la economía o la producción, y que los sectores donde haya mayor presencia de mujeres sean aquellos asociados al rol del cuidado, como la salud o la educación. Aún en estas áreas, que las mujeres podamos acceder a cargos jerárquicos sigue siendo difícil.
El Poder Legislativo logró equilibrar esta situación a partir de la sanción de ley de cupo el 6 de noviembre de 1991, que exigía un 30 por ciento de mujeres. Según datos del Centro de Estudios Atenea, hoy en día tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados las bancas están ocupadas por alrededor de un 40 por ciento de mujeres. Esto no sucede en el Ejecutivo, donde actualmente solo un 20 por ciento son ministras, con similares porcentajes en secretarías y subsecretarías. En la provincia de Buenos Aires, la actual gobernadora no cuenta con ministras ni secretarias mujeres y solo un 22 por ciento son subsecretarias. En el Poder Judicial sucede algo similar: si bien está conformado por un 57 por ciento de mujeres, se reduce a un 27 por ciento en cargos jerárquicos (Corte Suprema, procuradores y defensores generales). Esto demuestra que sin la decisión política acompañada por la normativa correspondiente es muy difícil que las mujeres lleguemos a los puestos de jefatura, ámbitos donde se toman decisiones que nos competen a todos y todas.
Haga clic aquí para leer el artículo completo publicado por Pagina 12 el 5 de noviembre de 2019.
Por Gisela Riveiro Oyarzabal y Marina Salzmann,
El 11 de noviembre se cumplen 72 años desde que las mujeres pudimos acceder a votar por primera vez gracias a la Ley Evita, aprobada en 1947, 35 años después de la Ley Sáenz Peña. A partir de allí, el acceso a la participación en el ámbito político garantizó una aparente igualdad de condiciones con los varones. Décadas después, es evidente que la mayor participación política no se tradujo en una paridad en el acceso a los espacios de decisión, para lo que se requieren de otros instrumentos. ¿Por qué? El sistema político no está exento de aquello que sucede en la sociedad en general: la discriminación explícita contra las mujeres pero también los mecanismos implícitos que operan desde las construcciones culturales y asumen que las mujeres sólo pueden ejercer ciertos roles. Esto está directamente vinculado con la relación entre el mundo del trabajo y las tareas de cuidado. A su vez, los estereotipos de “varón proveedor” y “mujer cuidadora” implican que ciertas áreas se consideren masculinas, como la economía o la producción, y que los sectores donde haya mayor presencia de mujeres sean aquellos asociados al rol del cuidado, como la salud o la educación. Aún en estas áreas, que las mujeres podamos acceder a cargos jerárquicos sigue siendo difícil.
El Poder Legislativo logró equilibrar esta situación a partir de la sanción de ley de cupo el 6 de noviembre de 1991, que exigía un 30 por ciento de mujeres. Según datos del Centro de Estudios Atenea, hoy en día tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados las bancas están ocupadas por alrededor de un 40 por ciento de mujeres. Esto no sucede en el Ejecutivo, donde actualmente solo un 20 por ciento son ministras, con similares porcentajes en secretarías y subsecretarías. En la provincia de Buenos Aires, la actual gobernadora no cuenta con ministras ni secretarias mujeres y solo un 22 por ciento son subsecretarias. En el Poder Judicial sucede algo similar: si bien está conformado por un 57 por ciento de mujeres, se reduce a un 27 por ciento en cargos jerárquicos (Corte Suprema, procuradores y defensores generales). Esto demuestra que sin la decisión política acompañada por la normativa correspondiente es muy difícil que las mujeres lleguemos a los puestos de jefatura, ámbitos donde se toman decisiones que nos competen a todos y todas.
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