La violencia política más allá del género
Source: La Verdad
Avanzada la rueda de la historia, llegamos al momento en el que las dos más fuertes figuras en la contienda electoral federal en el país son mujeres y se estima que la mitad de las candidaturas sean de asignación femenina por efecto de acciones afirmativas orientadas a garantizar la paridad electoral y, a pesar que los partidos políticos siguen oponiendo resistencia al interior por la naturaleza de sus procesos internos y habituales vicios, como asignarlas en distritos perdedores o negar financiamiento a sus campañas a pesar de tener presupuestos etiquetados con tal fin, la paridad avanza y los mecanismos para garantizarla, también.
Sin embargo, es la misma historia la que nos ha brindado claros ejemplos de cómo las resistencias se socializan y en ocasiones hasta de modo violento, cuando de reconocer derechos se trata. El incremento de agresiones, la irrupción de nuevas formas de violencias y el recrudecimiento de las ya existentes se hacen presentes como una forma de aferrarse a los viejos regímenes y a la perpetuación del status quo. La arena política no es la excepción y a pesar de contar ya con un protocolo para atender la violencia política contra las mujeres en razón de género con su debido reglamento, no termina de quedar claro la forma de operativizarlo.
Al margen de ello, la campaña electoral no pareciera estarse desarrollando acorde a la altura del muy emblemático momento histórico que estamos viviendo puesto que, hay violencias de carácter simbólico que están siendo decisivas en la jornada como valorar a las candidatas desde su carácter de desempeño personal alejándose de méritos académicos o políticos, primordialmente. Ya de forma previa la acudida estrategia de hacer comparaciones entre mujeres era una constante, hoy retoma nueva fuerza para restarles y demeritar sus figuras y lo que representan.
Haga clic aquí para leer el artículo completo publicado por La Verdad el 6 de abril de 2024.
Fuente Imagen: La Verdad
Avanzada la rueda de la historia, llegamos al momento en el que las dos más fuertes figuras en la contienda electoral federal en el país son mujeres y se estima que la mitad de las candidaturas sean de asignación femenina por efecto de acciones afirmativas orientadas a garantizar la paridad electoral y, a pesar que los partidos políticos siguen oponiendo resistencia al interior por la naturaleza de sus procesos internos y habituales vicios, como asignarlas en distritos perdedores o negar financiamiento a sus campañas a pesar de tener presupuestos etiquetados con tal fin, la paridad avanza y los mecanismos para garantizarla, también.
Sin embargo, es la misma historia la que nos ha brindado claros ejemplos de cómo las resistencias se socializan y en ocasiones hasta de modo violento, cuando de reconocer derechos se trata. El incremento de agresiones, la irrupción de nuevas formas de violencias y el recrudecimiento de las ya existentes se hacen presentes como una forma de aferrarse a los viejos regímenes y a la perpetuación del status quo. La arena política no es la excepción y a pesar de contar ya con un protocolo para atender la violencia política contra las mujeres en razón de género con su debido reglamento, no termina de quedar claro la forma de operativizarlo.
Al margen de ello, la campaña electoral no pareciera estarse desarrollando acorde a la altura del muy emblemático momento histórico que estamos viviendo puesto que, hay violencias de carácter simbólico que están siendo decisivas en la jornada como valorar a las candidatas desde su carácter de desempeño personal alejándose de méritos académicos o políticos, primordialmente. Ya de forma previa la acudida estrategia de hacer comparaciones entre mujeres era una constante, hoy retoma nueva fuerza para restarles y demeritar sus figuras y lo que representan.
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