Las mujeres políticas no son guapas
Source: El Diario
Por Tony González,
Y tras este probablemente provocador título, siento desengañar a machistas y misóginos. Tampoco son feas.
Son, o deben ser, simplemente políticas. Igual que los hombres. Una de las manifestaciones primarias del machismo es diferenciar por el sexo en aquellas cuestiones, labores, personales o cualquier otra en las que el sexo no tiene nada que ver, en las que no es relevante. Y una de ellas, por supuesto, es la actividad política.
Es cierto que en este país se ha avanzado bastante al respecto, lo cual tampoco era tan difícil. De una situación en la que la mujer era prácticamente invisible en política, casi inexistente salvo para ser objetivo de estudios de mercadotecnia política para conseguir su voto, se ha ido pasando por diversas fases en las que su presencia ha ido creciendo. De empezar a ver algunas mujeres en listas electorales, e incluso algunas pocas como cabezas de lista, luego alcaldesas, a listas paritarias, a corporaciones como alcaldías, diputaciones y parlamentos con un número muy parecido de mujeres que de hombres. Pero aun queda mucho camino por recorrer.
Ciertamente, la apariencia física, no solo de la mujer, sino también del hombre, juega su papel. Porque no es solo la estética, sino también la información y la imagen global que proyectan lo que vemos. Si nos parece más o menos creíble, activo, beligerante o mesurado, si es magnético o insulso y muchas otras cuestiones de las que recibimos la mayor parte de datos con los que nos hacemos una idea de cada uno. En la comunicación con imagen, sea personal o a través de medios de comunicación, mayormente televisión, vídeos y otros, solo un 30% aproximadamente de la imagen que nos hacemos de alguien, no solo en política, es verbal. El resto, sobre un 70%, proviene de lo que vemos de sus gestos, de su altura, de su expresión facial y corporal, de su olor, del timbre y tono de su voz...
Haga clic aquí para leer el artículo completo publicado por El Diario el 2 de enero de 2020.
Por Tony González,
Y tras este probablemente provocador título, siento desengañar a machistas y misóginos. Tampoco son feas.
Son, o deben ser, simplemente políticas. Igual que los hombres. Una de las manifestaciones primarias del machismo es diferenciar por el sexo en aquellas cuestiones, labores, personales o cualquier otra en las que el sexo no tiene nada que ver, en las que no es relevante. Y una de ellas, por supuesto, es la actividad política.
Es cierto que en este país se ha avanzado bastante al respecto, lo cual tampoco era tan difícil. De una situación en la que la mujer era prácticamente invisible en política, casi inexistente salvo para ser objetivo de estudios de mercadotecnia política para conseguir su voto, se ha ido pasando por diversas fases en las que su presencia ha ido creciendo. De empezar a ver algunas mujeres en listas electorales, e incluso algunas pocas como cabezas de lista, luego alcaldesas, a listas paritarias, a corporaciones como alcaldías, diputaciones y parlamentos con un número muy parecido de mujeres que de hombres. Pero aun queda mucho camino por recorrer.
Ciertamente, la apariencia física, no solo de la mujer, sino también del hombre, juega su papel. Porque no es solo la estética, sino también la información y la imagen global que proyectan lo que vemos. Si nos parece más o menos creíble, activo, beligerante o mesurado, si es magnético o insulso y muchas otras cuestiones de las que recibimos la mayor parte de datos con los que nos hacemos una idea de cada uno. En la comunicación con imagen, sea personal o a través de medios de comunicación, mayormente televisión, vídeos y otros, solo un 30% aproximadamente de la imagen que nos hacemos de alguien, no solo en política, es verbal. El resto, sobre un 70%, proviene de lo que vemos de sus gestos, de su altura, de su expresión facial y corporal, de su olor, del timbre y tono de su voz...
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