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Anne McLellan

Entrevistas

Enviado por iKNOW Politics el
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June 11, 2009

Anne McLellan

Ex viceprimera ministra de Canadá

"Ciertamente, el trabajo en red con mujeres es importante, y ese es uno de los temas que menciono cuando salgo a conversar sobre por qué no tenemos más mujeres en política". - Anne McLellan

iKNOW Politics: Usted fue miembro de la Cámara de los Comunes de Canadá durante 13 años, y ha sido ministra del Gabinete y viceprimera ministra de Canadá. ¿Qué desafíos ha enfrentado como mujer en estos puestos de liderazgo y cómo la preparó su experiencia como profesora de Derecho y decana de la Facultad de Derecho para afrontar estos desafíos? 

Antes que nada, permítame responder a la última pregunta. Aunque obviamente se puede postular a un cargo político desde cualquier formación, sí creo que ayuda tener una comprensión básica de nuestra Constitución, nuestro sistema de gobierno, la diferencia entre una democracia parlamentaria y un sistema republicano de gobierno. Creo que es una cuestión de cívica básica, y lamentablemente ya no enseñamos cívica en nuestras escuelas. Si tienes esa formación legal, entonces te sientes cómoda, comprendes mucho más sobre cómo se elaboran las leyes, el proceso, la importancia del lenguaje al elaborar leyes. En el comité, donde tienes al secretario del comité y a los testigos periciales, a menudo el lenguaje usado no es familiar para las personas de otras formaciones, mientras que si tienes una formación legal, no todo, pero gran parte, viene de manera mucho más natural. Así que yo diría que uno puede ser un miembro destacado del Parlamento sea cual sea su formación, pero que ayuda tener una formación legal.

En cuanto a la primera pregunta, referida a los desafíos, creo que el gran desafío para las mujeres —y trato mucho este tema cuando converso con mujeres de todo el país sobre por qué no hay más de ellas postulando a cargos electos— es tratar de mantener una especie de equilibro en tu vida en torno al trabajo; y si participas en política federal en un país grande como Canadá, donde la distancia geográfica es tan significativa, estás lejos de casa, y las sesiones del Parlamento se celebran cuatro días a la semana. Entonces, ¿cómo equilibras eso con alguna clase de vida familiar normal? En especial si tienes hijos pequeños, pues sabemos que las estadísticas en Canadá nos dicen que las mujeres seguimos siendo las principales cuidadoras de los niños. Eso está cambiando un poco, los hombres están asumiendo estos roles cada vez más en las familias, pero las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras. ¿Es posible hacer que ese equilibrio funcione?

Creo que esa es la pregunta que muchas mujeres se hacen a la hora de postular a un cargo federal en un país tan grande y complejo como Canadá. Así, pues, creo que es algo de lo que tenemos que conversar honestamente con otras mujeres, aprender de sus experiencias, pero también tenemos que conversar sobre estas cuestiones con nuestras familias. Con mucha frecuencia, creo que puede tomarse una decisión sin comprender plenamente las presiones y los desafíos, y de súbito tienes a un miembro de la familia diciendo: «Hey, yo no firmé para hacer esto», y he visto que eso sucede con varias de mis colegas mujeres, y es difícil. Es difícil, y pienso que tenemos que ser honestos en reconocer eso y ver cómo podemos hacer que funcione en un momento dado de nuestras vidas.

iKNOW Politics: ¿Qué la inspiró o motivó a entrar en política?

Probablemente fue mi madre. Mi madre fue funcionaria municipal electa y terminó su carrera política como teniente alcaldesa de nuestro condado en Nueva Escocia, donde crecí. Mi madre era inglesa; llegó a Canadá después de la guerra y conoció a mi padre. Ella era hija única; creo que los hijos únicos tienden a ser bastante asertivos, y tienen gran facilidad de palabra y están acostumbrados a ser tratados como adultos desde que nacen. Mi madre estaba siempre presente y me acostumbré a estar cerca de una mujer poderosa y asertiva; me acostumbré a que la gente siempre llegara a la casa a solicitarle su opinión sobre diversos asuntos y la buscara para que la ayudara a resolver sus problemas. Tuvimos nuestro primer televisor en 1955 —estoy revelando mi edad— y fue el primer televisor en nuestra aldea rural de 450 personas, en Nueva Escocia. Y mamá y papá se sentaban con nosotros todas las noches, y mirábamos las noticias y conversábamos sobre estos asuntos. Fue un entorno político en el que yo crecí, pero cuando pienso en el modelo más influyente, en el que me llevó a creer que las mujeres pueden hacer cualquier cosa pese a los desafíos, es mi madre.

iKNOW Politics: En su primera campaña electoral, usted ganó por solo 11 votos. ¿Qué consejo les daría a otras mujeres que están enfrentando elecciones muy disputadas?

Les diría: «Todo es posible, no renuncies». Tienes que trabajar hasta el último momento tocando puertas, llamando a la gente, tratando de hacer que la gente salga a votar por ti, convenciéndola de que eres la candidata correcta. Yo postulé por el Partido Liberal en Alberta; no habíamos elegido a liberales en Alberta en los últimos 25 años, desde 1968. Fui a las elecciones sin pensar que ganaría. Mi equipo de campaña estaba constituido en gran parte —pero no exclusivamente— por mujeres. Mi gerente de campaña era mujer. La razón por la que postulé en 1993, y por la que trabajé para la nominación que conseguimos en diciembre de 1992, fue que un grupo formado en gran parte por mujeres —con un par de hombres maravillosos— se acercó a mí en el verano de 1992 y me dijo: «Te hemos escuchado hablar sobre la Carta de Derechos y Libertades, y realmente pensamos que tú debes hacer esto». Yo había estado involucrada en el partido toda mi vida, crecí en una familia liberal en Nueva Escocia. Así que me mudé de Nueva Escocia a Nueva Brunswick, a Alberta, y estaba involucrada con el partido, pero más en términos de políticas u organización, apoyando a otros candidatos. Pero este grupo de personas me sugirió que esto era algo que yo podía hacer; es más, que debía hacer. Todo es posible, y si trabajas duro, nunca sabes cuál será el resultado.

iKNOW Politics: Como ministra de Justicia, usted introdujo la primera legislación antiterrorista integral de Canadá después de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos. Fue la primera persona en dirigir el Ministerio de Seguridad Pública y Preparación para Emergencias. ¿Qué estereotipos tuvo que superar en este rol no tradicional para las mujeres? ¿Y qué mensaje reciben otras mujeres respecto al éxito que usted ha logrado?

No creo que haya tenido que superar estereotipos. En la época en que fui ministra de Seguridad Pública, la gente no dudaba de que yo fuera lo bastante fuerte o recia para hacer el trabajo; yo tenía una buena imagen en todo el gobierno. Presidí varios comités permanentes del Gabinete. Era mi cuarta cartera ministerial y también era viceprimera ministra. Tenía un buen sentido de lo que se requería para conseguir que la gente trabajase junta, que es lo que se tiene que hacer cuando se aborda la seguridad pública. Tienes que conseguir que la gente deje de lado intereses particulares y piense en cómo compartir información, en cómo integrar esa información y analizarla. Tienes que conseguir que la gente que se dedica a la seguridad y la aplicación de la ley trabaje de modo que eso marque una diferencia. No estoy convencida de que hubiese estereotipos sobre mí como mujer que obstaculizaran mi actuación.

Entre los ministros de Justicia de Canadá, yo había sido una de las que había permanecido más tiempo en ese cargo, y para ese entonces la gente tenía un punto de vista bastante firme acerca de mi enfoque filosófico de la problemática de la justicia. Ya había reformado la legislación de la justicia juvenil —lo que representó una enorme lucha—; cambiamos nuestro código penal con respecto al crimen organizado, tratando de afrontar algunas de las cuestiones realmente difíciles en términos de la globalización de este fenómeno. Creo que la gente sabía que yo era lo bastante fuerte o lo bastante recia para hacer esto. En todo caso, probablemente había personas de algunas comunidades que pensaban que yo era demasiado recia, que estaba yendo demasiado lejos después del 11-9 con esa legislación antiterrorista, que fue muy controvertida. Yo pasé gran parte de mi experiencia en la política haciendo muchas cosas controvertidas; no sé por qué, era algo que me seguía por todos lados. Cuando fui ministra de Salud, tuve que tratar con el SARS [siglas en inglés del síndrome respiratorio agudo severo]; mi período como ministra de Salud se define, en cierta forma, por el SARS. Como ministra de Justicia, por la reforma de la justicia juvenil, la legislación antiterrorista. Como ministra de Recursos Naturales, por las arenas de alquitrán, el inicio del debate entre el desarrollo energético y el calentamiento global.

iKNOW Politics: ¿Qué percibiría como su más grande logro durante su época en el gobierno, sobre todo en lo referente a la situación de las mujeres en general y particularmente de las mujeres jóvenes?

Es probable que mi más grande logro haya sido, justamente, estar allí, haber ganado —contra todo pronóstico— cuatro elecciones de cinco. Asimismo, estuvo la cuestión del control de armas, que era algo difícil para una persona electa como liberal de Alberta, pero yo estaba convencida de que el control de armas era lo correcto. Eso no significa que acertáramos en todos los detalles, no significa que desarrolláramos el programa tan eficientemente como debimos haberlo hecho, pero tener el convencimiento de que el control de armas es lo correcto hace más segura a una sociedad; y cuando estás hablando de seguridad, a menudo te estás refiriendo a la seguridad de las mujeres y sus hijos.

La gente pretende que al querer controlar las armas largas estás tratando de criminalizar a los cazadores, pero nada podría estar más lejos de la verdad. Como sabemos, en el Canadá rural, las mujeres mueren por armas largas usadas por sus parejas, sus esposos o quien quiera que esté contra ellas. Creo que hay momentos y problemáticas en que tienes que ponerte de pie y decir: «Sé que hay un costo político en esto, pero creo que esto es lo correcto y mantenemos el curso».

iKNOW Politics: Usted fue presidenta del grupo de trabajo de renovación del Partido Liberal sobre las mujeres, y sostuvo reuniones con mujeres en todo el país. ¿Qué aprendió de este proceso?

En verdad, las reuniones se hicieron menos partidistas con el tiempo. Empezaron siendo reuniones de mujeres liberales, pero mujeres de diversos sectores quisieron participar -mujeres aborígenes, Equal Voice, la iniciativa Edmonton YWCA, One Woman One Vote, y otros grupos más grandes de mujeres, que no eran necesariamente liberales-. Supongo que lo que aprendí fue que hay razones muy claras que explican por qué no hay un gran número de mujeres buscando cargos electos. Hay tres razones principales, pero la razón número uno, de la que conversamos antes, es lo que llamamos el equilibrio trabajo-vida. Es muy difícil para una mujer tener un campo visual entre sus responsabilidades como madre y esposa o pareja, y estar lejos de casa cuatro días a la semana, 30 semanas al año, por largo tiempo. Esa es la razón número uno por la que las mujeres no postulan a cargos electos. La segunda razón también es interesante: la cultura de la política.

A las mujeres no les gusta lo que ven como un enfoque partidista abiertamente agresivo de la política. No les gusta el lenguaje que se usa, que es un deporte, una lucha. Realmente usamos mucho el lenguaje militar en la política: hablamos de campañas, hablamos sobre la lucha, hablamos sobre oponentes, hablamos de derrota o victoria. Ese es un lenguaje que, supongo, es genérico, pero es también el lenguaje de la guerra, y creo que muchas mujeres se sienten incómodas con parte del lenguaje que se usa. Creo que nuestro ex primer ministro resumió, sin querer, la razón por la que las mujeres encuentran tan difícil la cultura de la política. Cuando a su retiro se le preguntó por la política, él dijo: «La política es un deporte sangriento, es un juego de hombres». Bueno, todo ese lenguaje, justamente, aleja a las mujeres. Luego, la tercera razón, que fue identificada por un foro de mujeres jóvenes, fue que no les gusta la manera en que los medios de comunicación retratan a las mujeres.

En verdad, prestaron atención a lo que le pasó a [la parlamentaria conservadora] Belinda Stronach cuando se pasó [al grupo de los liberales]. Los medios de comunicación describieron dicho evento [que consiste, literalmente, en cruzar el hemiciclo del Parlamento para sentarse en la otra bancada] centrándose menos en los méritos de cambiar de partido que en Belinda como persona. Creo que la forma en que los medios tratan a las mujeres en política es también algo que las aleja.

iKNOW Politics: ¿Cree que trabajar en red con otras mujeres —especialmente en bancadas femeninas o en una red internacional como iKNOW Politics— la ha ayudado en su carrera?

Ciertamente, el trabajo en red con mujeres es importante, y ese es uno de los temas que menciono cuando salgo a conversar sobre por qué no tenemos más mujeres en política. Creo que la mentoría es importante, los modelos de rol son importantes, el trabajo en red es importante. Se puede tener redes formales e informales, o programas de mentoría formales e informales en lugares de trabajo y en política. Si quieres hacerlo bien, con resultados cuantificables, necesitas alguna clase de programa formal de mentoría. Mientras más converso con mujeres de todas las edades respecto a la importancia de la mentoría, más me convenzo de que ellas necesitan contar con personas que hayan estado allí, que hayan vivido esto, que hayan experimentado toda clase de vicisitudes —lo bueno y la malo—, que les ayuden a comprender de qué trata todo esto.

iKNOW Politics: ¿Qué posibilidades hay de que las mujeres trabajen junto con los hombres con el objetivo de alentar a que un mayor número de ellas se incorporen a la política y sean más eficaces en ese campo?

Siempre he trabajado razonablemente bien con los hombres, en parte porque cuando fui a la Escuela de Derecho, en 1971, era el primer año en que ingresaba un número significativo de mujeres; entre ese año y 1974, las mujeres empezaron a ingresar en las escuelas de Derecho. Durante los inicios de mi carrera, trabajé en áreas que eran principalmente masculinas. Luego, cuando empecé a enseñar Derecho, fui la primera profesora titular en la Escuela de Derecho de la Universidad de Nueva Brunswick. Yo era la única mujer; tenían una por temporadas antes de que yo apareciera, pero yo fui la primera profesora titular. Iba a las reuniones de la Sociedad de Derecho en Nueva Brunswick a representar a la Escuela de Derecho; era la única mujer en la sala porque la jerarquía de la Sociedad de Derecho todavía era exclusivamente masculina, debido a que había muy pocas mujeres.

Eso cambió. A lo largo del decenio de 1980, se empezó a ver a más mujeres en la Escuela de Derecho, a más y más mujeres como abogadas y juezas. Luego, cuando fui nombrada ministra de Recursos Naturales, volví a las reuniones exclusivamente integradas por hombres, porque no había muchas mujeres en el negocio del petróleo y el gas, en la industria minera, en la industria forestal. Seguí subiendo esta montaña rusa. Mujeres y hombres representamos aproximadamente a 50% de la población, y tenemos que llevarnos bien. Tenemos que encontrar cómo hacemos de nuestro mundo un lugar mejor; cómo garantizamos comunidades seguras, donde podamos prosperar; cómo procuramos que la división del trabajo en el hogar sea tal que tanto hombres como mujeres puedan ser miembros productivos de la sociedad.

Los hombres ocupan todavía la mayoría de posiciones de poder e influencia, sea en los negocios, en los estudios de abogados, en la política, en las universidades. No tiene sentido que las mujeres asumamos automáticamente que ellos son el enemigo y que vienen a por nosotras. Lo que tenemos que hacer es procurar encontrar maneras de trabajar con nuestras contrapartes varones, porque en la mayoría de los casos su objetivo es el mismo que el nuestro. No es que sean gente venal, no es que quieran hacer daño. Ellos quieren familias y comunidades felices y funcionales, tal como queremos la mayor parte de las mujeres. Creo que se trata de encontrar la forma en que podamos trabajar juntos.

Lo que quiero decir, sin embargo, es que si tienes poder, normalmente no renuncias a este de buena gana. Eso es lo que las mujeres tienen que comprender: que los hombres tienen todavía una cantidad de poder e influencia desproporcionada y que no van a entregárnosla simplemente. Eso no significa que terminemos en guerra con ellos, sino quiere decir que tenemos que dar un paso adelante. Si queremos ser la socia gerente de un estudio de abogados —o primera ministra de Canadá o ministra del Gabinete—, entonces no esperemos que nos pidan hacer eso porque sí. Vamos a tener que probarnos a nosotras mismas, en el sentido de postular a cargos, trabajar duro, tener éxito y hacer méritos; y luego, cuando llegue el momento, alzar nuestras manos y decir: «¿Sabes qué? Yo puedo hacer ese trabajo tan bien o mejor que X, Y o Z, así que quisiera que me consideres».

iKNOW Politics: Si tuviese que dar un consejo a una mujer joven que está evaluando la posibilidad de participar en política y no necesariamente sabe cómo proceder, ¿qué le diría?

Supongo que le aconsejaría conversar con gente como yo misma y con otras mujeres que han estado allí. Si no estás segura de querer hacer esto o te estás preguntando si tienes la disposición correcta para hacer esto, creo que es importante que converses con gente que lo ha hecho. Ahora bien, no lo sabrás hasta que estés allí. Yo he aprendido mucho sobre mí misma en los 13 años que estuve en la vida pública, tanto de lo bueno como de lo malo, y creo comprender más en términos de cuáles son las verdaderas expectativas. Una de las cosas más difíciles de lidiar para las mujeres, debido a su preocupación por su familia y los niños, es que una vez que toman la decisión de postular a un cargo público, especialmente en el plano federal, la palabra clave es público.

Renuncias a un enorme grado de privacidad personal, y tu familia renuncia a su privacidad personal. Y para las mujeres eso puede ser un verdadero desincentivo para entrar en política, porque saben que sus hijos pueden terminar siendo el centro de la atención —sea en la escuela o en cualquier parte— de una manera que ellas no quieren y no piensan que sea justa para sus niños. La gente tiene que comprender. Es ponerte allí afuera y saber que la gente escribirá cosas que tú crees que son injustas o que no son ciertas; a veces harán comentarios malintencionados y crueles, y todo el mundo los leerá. Estarán en los titulares de los periódicos. Si crees que no te vas a sentir cómoda con eso o no quieres eso para tu familia, entonces creo que tienes que trabajar en el tema, porque tienes que aceptar el hecho de que estás renunciando a un gran pedazo de tu zona de privacidad personal. Hay un nivel de intrusión por parte de tus electores. Ya no puedes ir a la tienda y comprar provisiones tal como lo hacías antes, porque eso pasa a ser un espacio público donde ya no eres una persona anónima, donde la gente sabe quién eres y tiene todo el derecho de acercarse y conversar contigo y decirte: «¡Hey! Usted es mi miembro del Parlamento y quisiera que sepa que x, y o z». Si no estás cómoda con esa intrusión y con renunciar a ese aspecto de tu espacio personal privado, entonces creo que puede ser muy difícil y muy tensionante, y toma su tiempo acostumbrarse. Yo soy, por naturaleza, una persona muy privada; no me gusta hablar sobre mí misma. Pero después de un tiempo, te acostumbras a hablar sobre ti misma.

Yo nunca hablé sobre mi familia porque mi familia dejó en claro que la política es algo que hago yo, no es algo que hacen ellos. Ellos se enojarían y se resentirían mucho si terminaran siendo incluidos en el espacio público, porque ese no es su espacio. La gente tiene que ser realista sobre cómo es esto y luego, si tienes éxito, entonces es más de lo mismo. Renuncias a una mayor parte de esa zona de privacidad; y si eres ministra del Gabinete, entonces renuncias a más otra vez; y si eres una ministra del Gabinete que tiene un perfil alto, renuncias a más todavía. Tienes que pensar detenidamente en estas cosas, y mientras no lo hagas, nunca sabrás realmente de qué se trata todo esto. Creo que es importante que las mujeres conversen con otros que han estado allí. Que conversen con la gente que es honesta al respecto, tanto sobre lo bueno como sobre lo malo, porque hay de las dos cosas. A fin de cuentas, puedo decir que tuve una carrera política bendecida. ¿Quién habría adivinado que, siendo yo liberal de Alberta, ganaría cuatro de cinco elecciones, que terminaría mi carrera como viceprimera ministra, que asumiría increíbles carteras en el Gabinete, ocupándome de algunas de las problemáticas más grandes que nuestro país enfrentó en ese periodo? No renunciaría a eso por nada, pero las mujeres tienen que ser realistas; tienen que ser tenaces al respecto, en el sentido de asumir que hay costos que vienen con todo eso.

 

 

 

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Ex viceprimera ministra de Canadá

"Ciertamente, el trabajo en red con mujeres es importante, y ese es uno de los temas que menciono cuando salgo a conversar sobre por qué no tenemos más mujeres en política". - Anne McLellan

iKNOW Politics: Usted fue miembro de la Cámara de los Comunes de Canadá durante 13 años, y ha sido ministra del Gabinete y viceprimera ministra de Canadá. ¿Qué desafíos ha enfrentado como mujer en estos puestos de liderazgo y cómo la preparó su experiencia como profesora de Derecho y decana de la Facultad de Derecho para afrontar estos desafíos? 

Antes que nada, permítame responder a la última pregunta. Aunque obviamente se puede postular a un cargo político desde cualquier formación, sí creo que ayuda tener una comprensión básica de nuestra Constitución, nuestro sistema de gobierno, la diferencia entre una democracia parlamentaria y un sistema republicano de gobierno. Creo que es una cuestión de cívica básica, y lamentablemente ya no enseñamos cívica en nuestras escuelas. Si tienes esa formación legal, entonces te sientes cómoda, comprendes mucho más sobre cómo se elaboran las leyes, el proceso, la importancia del lenguaje al elaborar leyes. En el comité, donde tienes al secretario del comité y a los testigos periciales, a menudo el lenguaje usado no es familiar para las personas de otras formaciones, mientras que si tienes una formación legal, no todo, pero gran parte, viene de manera mucho más natural. Así que yo diría que uno puede ser un miembro destacado del Parlamento sea cual sea su formación, pero que ayuda tener una formación legal.

En cuanto a la primera pregunta, referida a los desafíos, creo que el gran desafío para las mujeres —y trato mucho este tema cuando converso con mujeres de todo el país sobre por qué no hay más de ellas postulando a cargos electos— es tratar de mantener una especie de equilibro en tu vida en torno al trabajo; y si participas en política federal en un país grande como Canadá, donde la distancia geográfica es tan significativa, estás lejos de casa, y las sesiones del Parlamento se celebran cuatro días a la semana. Entonces, ¿cómo equilibras eso con alguna clase de vida familiar normal? En especial si tienes hijos pequeños, pues sabemos que las estadísticas en Canadá nos dicen que las mujeres seguimos siendo las principales cuidadoras de los niños. Eso está cambiando un poco, los hombres están asumiendo estos roles cada vez más en las familias, pero las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras. ¿Es posible hacer que ese equilibrio funcione?

Creo que esa es la pregunta que muchas mujeres se hacen a la hora de postular a un cargo federal en un país tan grande y complejo como Canadá. Así, pues, creo que es algo de lo que tenemos que conversar honestamente con otras mujeres, aprender de sus experiencias, pero también tenemos que conversar sobre estas cuestiones con nuestras familias. Con mucha frecuencia, creo que puede tomarse una decisión sin comprender plenamente las presiones y los desafíos, y de súbito tienes a un miembro de la familia diciendo: «Hey, yo no firmé para hacer esto», y he visto que eso sucede con varias de mis colegas mujeres, y es difícil. Es difícil, y pienso que tenemos que ser honestos en reconocer eso y ver cómo podemos hacer que funcione en un momento dado de nuestras vidas.

iKNOW Politics: ¿Qué la inspiró o motivó a entrar en política?

Probablemente fue mi madre. Mi madre fue funcionaria municipal electa y terminó su carrera política como teniente alcaldesa de nuestro condado en Nueva Escocia, donde crecí. Mi madre era inglesa; llegó a Canadá después de la guerra y conoció a mi padre. Ella era hija única; creo que los hijos únicos tienden a ser bastante asertivos, y tienen gran facilidad de palabra y están acostumbrados a ser tratados como adultos desde que nacen. Mi madre estaba siempre presente y me acostumbré a estar cerca de una mujer poderosa y asertiva; me acostumbré a que la gente siempre llegara a la casa a solicitarle su opinión sobre diversos asuntos y la buscara para que la ayudara a resolver sus problemas. Tuvimos nuestro primer televisor en 1955 —estoy revelando mi edad— y fue el primer televisor en nuestra aldea rural de 450 personas, en Nueva Escocia. Y mamá y papá se sentaban con nosotros todas las noches, y mirábamos las noticias y conversábamos sobre estos asuntos. Fue un entorno político en el que yo crecí, pero cuando pienso en el modelo más influyente, en el que me llevó a creer que las mujeres pueden hacer cualquier cosa pese a los desafíos, es mi madre.

iKNOW Politics: En su primera campaña electoral, usted ganó por solo 11 votos. ¿Qué consejo les daría a otras mujeres que están enfrentando elecciones muy disputadas?

Les diría: «Todo es posible, no renuncies». Tienes que trabajar hasta el último momento tocando puertas, llamando a la gente, tratando de hacer que la gente salga a votar por ti, convenciéndola de que eres la candidata correcta. Yo postulé por el Partido Liberal en Alberta; no habíamos elegido a liberales en Alberta en los últimos 25 años, desde 1968. Fui a las elecciones sin pensar que ganaría. Mi equipo de campaña estaba constituido en gran parte —pero no exclusivamente— por mujeres. Mi gerente de campaña era mujer. La razón por la que postulé en 1993, y por la que trabajé para la nominación que conseguimos en diciembre de 1992, fue que un grupo formado en gran parte por mujeres —con un par de hombres maravillosos— se acercó a mí en el verano de 1992 y me dijo: «Te hemos escuchado hablar sobre la Carta de Derechos y Libertades, y realmente pensamos que tú debes hacer esto». Yo había estado involucrada en el partido toda mi vida, crecí en una familia liberal en Nueva Escocia. Así que me mudé de Nueva Escocia a Nueva Brunswick, a Alberta, y estaba involucrada con el partido, pero más en términos de políticas u organización, apoyando a otros candidatos. Pero este grupo de personas me sugirió que esto era algo que yo podía hacer; es más, que debía hacer. Todo es posible, y si trabajas duro, nunca sabes cuál será el resultado.

iKNOW Politics: Como ministra de Justicia, usted introdujo la primera legislación antiterrorista integral de Canadá después de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos. Fue la primera persona en dirigir el Ministerio de Seguridad Pública y Preparación para Emergencias. ¿Qué estereotipos tuvo que superar en este rol no tradicional para las mujeres? ¿Y qué mensaje reciben otras mujeres respecto al éxito que usted ha logrado?

No creo que haya tenido que superar estereotipos. En la época en que fui ministra de Seguridad Pública, la gente no dudaba de que yo fuera lo bastante fuerte o recia para hacer el trabajo; yo tenía una buena imagen en todo el gobierno. Presidí varios comités permanentes del Gabinete. Era mi cuarta cartera ministerial y también era viceprimera ministra. Tenía un buen sentido de lo que se requería para conseguir que la gente trabajase junta, que es lo que se tiene que hacer cuando se aborda la seguridad pública. Tienes que conseguir que la gente deje de lado intereses particulares y piense en cómo compartir información, en cómo integrar esa información y analizarla. Tienes que conseguir que la gente que se dedica a la seguridad y la aplicación de la ley trabaje de modo que eso marque una diferencia. No estoy convencida de que hubiese estereotipos sobre mí como mujer que obstaculizaran mi actuación.

Entre los ministros de Justicia de Canadá, yo había sido una de las que había permanecido más tiempo en ese cargo, y para ese entonces la gente tenía un punto de vista bastante firme acerca de mi enfoque filosófico de la problemática de la justicia. Ya había reformado la legislación de la justicia juvenil —lo que representó una enorme lucha—; cambiamos nuestro código penal con respecto al crimen organizado, tratando de afrontar algunas de las cuestiones realmente difíciles en términos de la globalización de este fenómeno. Creo que la gente sabía que yo era lo bastante fuerte o lo bastante recia para hacer esto. En todo caso, probablemente había personas de algunas comunidades que pensaban que yo era demasiado recia, que estaba yendo demasiado lejos después del 11-9 con esa legislación antiterrorista, que fue muy controvertida. Yo pasé gran parte de mi experiencia en la política haciendo muchas cosas controvertidas; no sé por qué, era algo que me seguía por todos lados. Cuando fui ministra de Salud, tuve que tratar con el SARS [siglas en inglés del síndrome respiratorio agudo severo]; mi período como ministra de Salud se define, en cierta forma, por el SARS. Como ministra de Justicia, por la reforma de la justicia juvenil, la legislación antiterrorista. Como ministra de Recursos Naturales, por las arenas de alquitrán, el inicio del debate entre el desarrollo energético y el calentamiento global.

iKNOW Politics: ¿Qué percibiría como su más grande logro durante su época en el gobierno, sobre todo en lo referente a la situación de las mujeres en general y particularmente de las mujeres jóvenes?

Es probable que mi más grande logro haya sido, justamente, estar allí, haber ganado —contra todo pronóstico— cuatro elecciones de cinco. Asimismo, estuvo la cuestión del control de armas, que era algo difícil para una persona electa como liberal de Alberta, pero yo estaba convencida de que el control de armas era lo correcto. Eso no significa que acertáramos en todos los detalles, no significa que desarrolláramos el programa tan eficientemente como debimos haberlo hecho, pero tener el convencimiento de que el control de armas es lo correcto hace más segura a una sociedad; y cuando estás hablando de seguridad, a menudo te estás refiriendo a la seguridad de las mujeres y sus hijos.

La gente pretende que al querer controlar las armas largas estás tratando de criminalizar a los cazadores, pero nada podría estar más lejos de la verdad. Como sabemos, en el Canadá rural, las mujeres mueren por armas largas usadas por sus parejas, sus esposos o quien quiera que esté contra ellas. Creo que hay momentos y problemáticas en que tienes que ponerte de pie y decir: «Sé que hay un costo político en esto, pero creo que esto es lo correcto y mantenemos el curso».

iKNOW Politics: Usted fue presidenta del grupo de trabajo de renovación del Partido Liberal sobre las mujeres, y sostuvo reuniones con mujeres en todo el país. ¿Qué aprendió de este proceso?

En verdad, las reuniones se hicieron menos partidistas con el tiempo. Empezaron siendo reuniones de mujeres liberales, pero mujeres de diversos sectores quisieron participar -mujeres aborígenes, Equal Voice, la iniciativa Edmonton YWCA, One Woman One Vote, y otros grupos más grandes de mujeres, que no eran necesariamente liberales-. Supongo que lo que aprendí fue que hay razones muy claras que explican por qué no hay un gran número de mujeres buscando cargos electos. Hay tres razones principales, pero la razón número uno, de la que conversamos antes, es lo que llamamos el equilibrio trabajo-vida. Es muy difícil para una mujer tener un campo visual entre sus responsabilidades como madre y esposa o pareja, y estar lejos de casa cuatro días a la semana, 30 semanas al año, por largo tiempo. Esa es la razón número uno por la que las mujeres no postulan a cargos electos. La segunda razón también es interesante: la cultura de la política.

A las mujeres no les gusta lo que ven como un enfoque partidista abiertamente agresivo de la política. No les gusta el lenguaje que se usa, que es un deporte, una lucha. Realmente usamos mucho el lenguaje militar en la política: hablamos de campañas, hablamos sobre la lucha, hablamos sobre oponentes, hablamos de derrota o victoria. Ese es un lenguaje que, supongo, es genérico, pero es también el lenguaje de la guerra, y creo que muchas mujeres se sienten incómodas con parte del lenguaje que se usa. Creo que nuestro ex primer ministro resumió, sin querer, la razón por la que las mujeres encuentran tan difícil la cultura de la política. Cuando a su retiro se le preguntó por la política, él dijo: «La política es un deporte sangriento, es un juego de hombres». Bueno, todo ese lenguaje, justamente, aleja a las mujeres. Luego, la tercera razón, que fue identificada por un foro de mujeres jóvenes, fue que no les gusta la manera en que los medios de comunicación retratan a las mujeres.

En verdad, prestaron atención a lo que le pasó a [la parlamentaria conservadora] Belinda Stronach cuando se pasó [al grupo de los liberales]. Los medios de comunicación describieron dicho evento [que consiste, literalmente, en cruzar el hemiciclo del Parlamento para sentarse en la otra bancada] centrándose menos en los méritos de cambiar de partido que en Belinda como persona. Creo que la forma en que los medios tratan a las mujeres en política es también algo que las aleja.

iKNOW Politics: ¿Cree que trabajar en red con otras mujeres —especialmente en bancadas femeninas o en una red internacional como iKNOW Politics— la ha ayudado en su carrera?

Ciertamente, el trabajo en red con mujeres es importante, y ese es uno de los temas que menciono cuando salgo a conversar sobre por qué no tenemos más mujeres en política. Creo que la mentoría es importante, los modelos de rol son importantes, el trabajo en red es importante. Se puede tener redes formales e informales, o programas de mentoría formales e informales en lugares de trabajo y en política. Si quieres hacerlo bien, con resultados cuantificables, necesitas alguna clase de programa formal de mentoría. Mientras más converso con mujeres de todas las edades respecto a la importancia de la mentoría, más me convenzo de que ellas necesitan contar con personas que hayan estado allí, que hayan vivido esto, que hayan experimentado toda clase de vicisitudes —lo bueno y la malo—, que les ayuden a comprender de qué trata todo esto.

iKNOW Politics: ¿Qué posibilidades hay de que las mujeres trabajen junto con los hombres con el objetivo de alentar a que un mayor número de ellas se incorporen a la política y sean más eficaces en ese campo?

Siempre he trabajado razonablemente bien con los hombres, en parte porque cuando fui a la Escuela de Derecho, en 1971, era el primer año en que ingresaba un número significativo de mujeres; entre ese año y 1974, las mujeres empezaron a ingresar en las escuelas de Derecho. Durante los inicios de mi carrera, trabajé en áreas que eran principalmente masculinas. Luego, cuando empecé a enseñar Derecho, fui la primera profesora titular en la Escuela de Derecho de la Universidad de Nueva Brunswick. Yo era la única mujer; tenían una por temporadas antes de que yo apareciera, pero yo fui la primera profesora titular. Iba a las reuniones de la Sociedad de Derecho en Nueva Brunswick a representar a la Escuela de Derecho; era la única mujer en la sala porque la jerarquía de la Sociedad de Derecho todavía era exclusivamente masculina, debido a que había muy pocas mujeres.

Eso cambió. A lo largo del decenio de 1980, se empezó a ver a más mujeres en la Escuela de Derecho, a más y más mujeres como abogadas y juezas. Luego, cuando fui nombrada ministra de Recursos Naturales, volví a las reuniones exclusivamente integradas por hombres, porque no había muchas mujeres en el negocio del petróleo y el gas, en la industria minera, en la industria forestal. Seguí subiendo esta montaña rusa. Mujeres y hombres representamos aproximadamente a 50% de la población, y tenemos que llevarnos bien. Tenemos que encontrar cómo hacemos de nuestro mundo un lugar mejor; cómo garantizamos comunidades seguras, donde podamos prosperar; cómo procuramos que la división del trabajo en el hogar sea tal que tanto hombres como mujeres puedan ser miembros productivos de la sociedad.

Los hombres ocupan todavía la mayoría de posiciones de poder e influencia, sea en los negocios, en los estudios de abogados, en la política, en las universidades. No tiene sentido que las mujeres asumamos automáticamente que ellos son el enemigo y que vienen a por nosotras. Lo que tenemos que hacer es procurar encontrar maneras de trabajar con nuestras contrapartes varones, porque en la mayoría de los casos su objetivo es el mismo que el nuestro. No es que sean gente venal, no es que quieran hacer daño. Ellos quieren familias y comunidades felices y funcionales, tal como queremos la mayor parte de las mujeres. Creo que se trata de encontrar la forma en que podamos trabajar juntos.

Lo que quiero decir, sin embargo, es que si tienes poder, normalmente no renuncias a este de buena gana. Eso es lo que las mujeres tienen que comprender: que los hombres tienen todavía una cantidad de poder e influencia desproporcionada y que no van a entregárnosla simplemente. Eso no significa que terminemos en guerra con ellos, sino quiere decir que tenemos que dar un paso adelante. Si queremos ser la socia gerente de un estudio de abogados —o primera ministra de Canadá o ministra del Gabinete—, entonces no esperemos que nos pidan hacer eso porque sí. Vamos a tener que probarnos a nosotras mismas, en el sentido de postular a cargos, trabajar duro, tener éxito y hacer méritos; y luego, cuando llegue el momento, alzar nuestras manos y decir: «¿Sabes qué? Yo puedo hacer ese trabajo tan bien o mejor que X, Y o Z, así que quisiera que me consideres».

iKNOW Politics: Si tuviese que dar un consejo a una mujer joven que está evaluando la posibilidad de participar en política y no necesariamente sabe cómo proceder, ¿qué le diría?

Supongo que le aconsejaría conversar con gente como yo misma y con otras mujeres que han estado allí. Si no estás segura de querer hacer esto o te estás preguntando si tienes la disposición correcta para hacer esto, creo que es importante que converses con gente que lo ha hecho. Ahora bien, no lo sabrás hasta que estés allí. Yo he aprendido mucho sobre mí misma en los 13 años que estuve en la vida pública, tanto de lo bueno como de lo malo, y creo comprender más en términos de cuáles son las verdaderas expectativas. Una de las cosas más difíciles de lidiar para las mujeres, debido a su preocupación por su familia y los niños, es que una vez que toman la decisión de postular a un cargo público, especialmente en el plano federal, la palabra clave es público.

Renuncias a un enorme grado de privacidad personal, y tu familia renuncia a su privacidad personal. Y para las mujeres eso puede ser un verdadero desincentivo para entrar en política, porque saben que sus hijos pueden terminar siendo el centro de la atención —sea en la escuela o en cualquier parte— de una manera que ellas no quieren y no piensan que sea justa para sus niños. La gente tiene que comprender. Es ponerte allí afuera y saber que la gente escribirá cosas que tú crees que son injustas o que no son ciertas; a veces harán comentarios malintencionados y crueles, y todo el mundo los leerá. Estarán en los titulares de los periódicos. Si crees que no te vas a sentir cómoda con eso o no quieres eso para tu familia, entonces creo que tienes que trabajar en el tema, porque tienes que aceptar el hecho de que estás renunciando a un gran pedazo de tu zona de privacidad personal. Hay un nivel de intrusión por parte de tus electores. Ya no puedes ir a la tienda y comprar provisiones tal como lo hacías antes, porque eso pasa a ser un espacio público donde ya no eres una persona anónima, donde la gente sabe quién eres y tiene todo el derecho de acercarse y conversar contigo y decirte: «¡Hey! Usted es mi miembro del Parlamento y quisiera que sepa que x, y o z». Si no estás cómoda con esa intrusión y con renunciar a ese aspecto de tu espacio personal privado, entonces creo que puede ser muy difícil y muy tensionante, y toma su tiempo acostumbrarse. Yo soy, por naturaleza, una persona muy privada; no me gusta hablar sobre mí misma. Pero después de un tiempo, te acostumbras a hablar sobre ti misma.

Yo nunca hablé sobre mi familia porque mi familia dejó en claro que la política es algo que hago yo, no es algo que hacen ellos. Ellos se enojarían y se resentirían mucho si terminaran siendo incluidos en el espacio público, porque ese no es su espacio. La gente tiene que ser realista sobre cómo es esto y luego, si tienes éxito, entonces es más de lo mismo. Renuncias a una mayor parte de esa zona de privacidad; y si eres ministra del Gabinete, entonces renuncias a más otra vez; y si eres una ministra del Gabinete que tiene un perfil alto, renuncias a más todavía. Tienes que pensar detenidamente en estas cosas, y mientras no lo hagas, nunca sabrás realmente de qué se trata todo esto. Creo que es importante que las mujeres conversen con otros que han estado allí. Que conversen con la gente que es honesta al respecto, tanto sobre lo bueno como sobre lo malo, porque hay de las dos cosas. A fin de cuentas, puedo decir que tuve una carrera política bendecida. ¿Quién habría adivinado que, siendo yo liberal de Alberta, ganaría cuatro de cinco elecciones, que terminaría mi carrera como viceprimera ministra, que asumiría increíbles carteras en el Gabinete, ocupándome de algunas de las problemáticas más grandes que nuestro país enfrentó en ese periodo? No renunciaría a eso por nada, pero las mujeres tienen que ser realistas; tienen que ser tenaces al respecto, en el sentido de asumir que hay costos que vienen con todo eso.

 

 

 

Día de la entrevista
Región
Ex viceprimera ministra de Canadá