La apuesta por la paridad: democratizando el sistema político en América Latina
En los últimos años, América Latina está sufriendo múltiples e importantes transformaciones económicas, sociales y políticas. En ese escenario, vienen emergiendo nuevos debates sobre la calidad de la democracia. Tres décadas después del inicio de las transiciones, la democracia electoral, no sin algunos sobresaltos, se ha ido consolidando.
Sin embargo, persisten diversos déficits para el ejercicio de los derechos de ciudadanía, entre los que destaca el de la sub-representación de las mujeres en los espacios de decisión pública. Los países de la región han enfrentado este problema básicamente a través de una estrategia principal: la adopción de acciones afirmativas, también llamadas cuotas o cupos, para la composición de las listas electorales. Este proceso se inició a nivel parlamentario en 1991, con la aprobación de la pionera Ley de Cupo en la Argentina, que estableció la obligatoriedad de incluir un mínimo del 30% de mujeres en las listas. Como diversos estudios ya han demostrado, las cuotas han tenido generalmente un enorme impacto en el incremento de la oferta electoral de mujeres y han sido un importante acelerador de la representación cuando han estado acompañadas por mandatos de posición para ubicar a las mujeres en lugares elegibles —en el caso de listas cerradas y bloqueadas— y por sanciones efectivas frente a eventuales incumplimientos, además han sido aplicadas en sistemas electorales más «favorables» a la elegibilidad de las mujeres.
En los últimos años, América Latina está sufriendo múltiples e importantes transformaciones económicas, sociales y políticas. En ese escenario, vienen emergiendo nuevos debates sobre la calidad de la democracia. Tres décadas después del inicio de las transiciones, la democracia electoral, no sin algunos sobresaltos, se ha ido consolidando.
Sin embargo, persisten diversos déficits para el ejercicio de los derechos de ciudadanía, entre los que destaca el de la sub-representación de las mujeres en los espacios de decisión pública. Los países de la región han enfrentado este problema básicamente a través de una estrategia principal: la adopción de acciones afirmativas, también llamadas cuotas o cupos, para la composición de las listas electorales. Este proceso se inició a nivel parlamentario en 1991, con la aprobación de la pionera Ley de Cupo en la Argentina, que estableció la obligatoriedad de incluir un mínimo del 30% de mujeres en las listas. Como diversos estudios ya han demostrado, las cuotas han tenido generalmente un enorme impacto en el incremento de la oferta electoral de mujeres y han sido un importante acelerador de la representación cuando han estado acompañadas por mandatos de posición para ubicar a las mujeres en lugares elegibles —en el caso de listas cerradas y bloqueadas— y por sanciones efectivas frente a eventuales incumplimientos, además han sido aplicadas en sistemas electorales más «favorables» a la elegibilidad de las mujeres.