Para las mujeres en EE.UU. buscar un cargo público significa enfrentar acoso y amenazas de violación
Source: Clarin
Cuatro días antes de las elecciones primarias para el Congreso en su distrito del norte de California en 2016, Erin Schrode despertó para encontrarse con decenas de miles de mensajes. Estaban en todas partes: en su correo electrónico, en su teléfono celular, en su Facebook y Twitter y en su Instagram.
“Todos se reirían con regocijo mientras la violan en grupo y luego estrellan su cerebro come-bagels”, decía uno.
“Sería entretenido verla lidiar con 20 o más durante ocho o diez horas”, decía otro que, de nuevo, sugería una violación en grupo.
Hace dos años que Schrode, ahora de 27, perdió las elecciones primarias del Partido Demócrata y pasó a otras cosas. Pero la agresión —un lodazal tóxico de comentarios provocadores online infundidos de misoginia y antisemitismo que también incluían imágenes alteradas de su rostro estirado como pantalla de una lámpara nazi y referencias a “precalentar los hornos”— jamás se detuvo.
“Necesita dejar de mover las manos como si fuera drogadicta”, decía un tuit este año. “¡Frustrados los planes de otra feminazi!”, decía otro.
El ciclo electoral de 2018 en Estados Unidos trajo consigo un repunte de mujeres candidatas. Un número sin precedentes de mujeres realizaron o realizan campaña para puestos en el Senado, la Cámara de Representantes y gobernaciones, de acuerdo con el Centro para Mujeres y Política Estadounidense en la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey. Muchas más se han postulado para legislaturas estatales y puestos locales. Y en el proceso, descubren que el acoso y las amenazas, de por sí comunes para las mujeres, pueden verse amplificados en las contiendas políticas —particularmente si la candidata es miembro de un grupo minoritario.
Haga clic aquí para leer el artículo completo publicado por Clarin el 31 de agosto de 2018.
Cuatro días antes de las elecciones primarias para el Congreso en su distrito del norte de California en 2016, Erin Schrode despertó para encontrarse con decenas de miles de mensajes. Estaban en todas partes: en su correo electrónico, en su teléfono celular, en su Facebook y Twitter y en su Instagram.
“Todos se reirían con regocijo mientras la violan en grupo y luego estrellan su cerebro come-bagels”, decía uno.
“Sería entretenido verla lidiar con 20 o más durante ocho o diez horas”, decía otro que, de nuevo, sugería una violación en grupo.
Hace dos años que Schrode, ahora de 27, perdió las elecciones primarias del Partido Demócrata y pasó a otras cosas. Pero la agresión —un lodazal tóxico de comentarios provocadores online infundidos de misoginia y antisemitismo que también incluían imágenes alteradas de su rostro estirado como pantalla de una lámpara nazi y referencias a “precalentar los hornos”— jamás se detuvo.
“Necesita dejar de mover las manos como si fuera drogadicta”, decía un tuit este año. “¡Frustrados los planes de otra feminazi!”, decía otro.
El ciclo electoral de 2018 en Estados Unidos trajo consigo un repunte de mujeres candidatas. Un número sin precedentes de mujeres realizaron o realizan campaña para puestos en el Senado, la Cámara de Representantes y gobernaciones, de acuerdo con el Centro para Mujeres y Política Estadounidense en la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey. Muchas más se han postulado para legislaturas estatales y puestos locales. Y en el proceso, descubren que el acoso y las amenazas, de por sí comunes para las mujeres, pueden verse amplificados en las contiendas políticas —particularmente si la candidata es miembro de un grupo minoritario.
Haga clic aquí para leer el artículo completo publicado por Clarin el 31 de agosto de 2018.