Cuando en 2002 se celebraron por primera vez elecciones en Bahrein, ninguna de las 31 mujeres candidatas logró escaño en el Parlamento. 16 años después, los comicios han arrojado un resultado histórico. La representación femenina alcanza el 15% tras una cita con las urnas prohibida para una oposición que ha sido reprimida ferozmente desde las multitudinarias protestas que alumbraron la primavera árabe.
Las elecciones parlamentarias, cuya segunda ronda se celebró este pasado fin de semana, han abierto la puerta del Consejo de Representantes -compuesto por 40 escaños- a seis féminas. "El número de mujeres en el Hemiciclo ha registrado un incremento del 100% si se compara con la legislatura anterior", presume la secretaria general del Consejo Supremo de Mujeres Halal al Ansari. "Algunas candidatas lograron 5.000 votos en competencia con los rivales más fuertes", subraya.
Con un población de 1,5 millones de almas, Bahrein es un país de mayoría chií gobernado con puño de hierro por una familia real suní, los Al Jalifa, en el que las revueltas que florecieron en 2011 fueron aplastadas por la intervención armada de los países miembro del Consejo de Cooperación del Golfo, inquietos por el efecto del levantamiento en sus propias minorías chiíes y entre denuncias de las interferencias de Irán, rechazadas por Teherán.
Desde entonces, las redadas y ataques a la disidencia, que ha exigido reformas políticas y el fin de la discriminación a la comunidad chií, no han conocido tregua alguna. Han alcanzado incluso a quienes han hecho campaña por el boicot electoral.
El nuevo Parlamento, con un 92% de caras nuevas, ha ido aumentando progresivamente la presencia femenina. En 2006, solo una de las 18 candidatas consiguió asiento. Ocho años después, fueron tres las féminas que se hicieron con un escaño. El sistema electoral bahreiní no cuenta con cuota reservada a mujeres, como sí sucede en otros países árabes vecinos.
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